Otra vez vuelve la tuberculosis
( Publicado en Revista Creces, Noviembre 1996 )

Hace casi cincuenta años parecía haberse encontrado la solución definitiva para el tratamiento de la tuberculosis. En ese entonces se introdujo un nuevo antibiótico (la estreptomicina) que fue muy efectivo contra el bacilo causante. Desgraciadamente, el tratamiento debía ser prolongado y mantenido, lo que no siempre ocurrió y ahora está pagando las consecuencias.

En los países ricos en que existían facilidades médicas, ello fue muy efectivo y la tuberculosis declinó rápidamente. Lo mismo sucedió en Chile, que no siendo rico, disponía de un Servicio de Salud que garantizaba este largo y costoso tratamiento. El éxito alcanzado por el tratamiento antibiótico dejó obsoletas las antiguas prácticas y por ello se cerraron los sanatorios que ya no tenían justificación.

Otra cosa ocurrió en los países pobres que trataron de hacer lo mismo, pero con malos resultados. En éstos, para el manejo de estos enfermos, no se pudo ofrecer las mismas facilidades y controles médicos. Los pacientes que iniciaban el tratamiento mejoraban rápidamente, notándose una disminución importante de los síntomas. Al sentirse bien abandonaban el tratamiento teniendo aún el bacilo en sus pulmones. Esto fue factor importante en la aparición de cepas resistentes a los antibióticos, y son estas las que hoy se han extendido dificultando mucho el tratamiento actual de esta enfermedad. Según la Organización Mundial de la Salud se estima que en el mundo hay más de 50 millones de personas que están infectadas por cepas resistentes a los antibióticos, para las cuales el tratamiento se hace muy difícil.

Es por ello que nuevamente ha surgido la epidemia y ya no sólo afecta a los países subdesarrollados, sino también a los países ricos. Así, por ejemplo, de acuerdo a John Moore-Gillon, Director de la Fundación Inglesa Pulmonar, actualmente la tuberculosis en Londres es mayor que en Tanzania. Lo mismo está sucediendo en Nueva York, donde el incremento de la tuberculosis durante los últimos cinco años es motivo de alarma (New Scientist, Marzo 1996, pág. 8).

Los que se infectan con cepas resistentes tiene un mal pronóstico, y estos enfermos están aumentando no sólo en los países pobres, sino también en países como Estados Unidos e Inglaterra. El problema se ha complicado por los enfermos de SIDA en que alteran sus defensas y fácilmente adquieren la tuberculosis y son reservorios del bacilo. Las bacterias permanecen en el aire por horas.

Según Paul Nunn, Director del programa de la Organización Mundial de la Salud, la epidemia va en aumento y parece que no se está respondiendo en forma adecuada. La vacuna BCG, ya no es una medida preventiva segura en los países pobres. Ella, si bien es cierto que protege entre el 50 y el 80% de los lactantes que la reciben, no es efectiva contra la forma infecciosa de los adultos.


Lo que recomienda la organización mundial de la salud (OMS)

De acuerdo a las recomendaciones de la OMS, para el tratamiento deben aplicarse pautas bien precisas si se quiere tener éxito. Se recomienda que, bajo estricta supervisión médica, deben aplicarse simultáneamente diversos antimicrobianos: Estreptomicina, Isoniacida, Rifampicina y Pirazinamida. Lo que es más importante, todas estas drogas deben mantenerse por un período que se extiende entre 6 a 8 meses.

Según los expertos, si se sigue esta pauta se logra una curación en el 80% de los casos. Con ella al mismo tiempo se previene que aparezcan cepas resistentes. Desgraciadamente, según la OMS, sólo el 10% de los pacientes con tuberculosis está siguiendo estas normas. El problema es grave, tanto para el paciente como para la extensión de la epidemia, ya que al no completarse el tratamiento, constantemente se incrementa la aparición de gérmenes resistentes que infestan a nuevos pacientes que ya no responden a los antibióticos.


Se necesita investigación urgente

Durante las últimas décadas, prácticamente se paralizó la investigación relacionada con la tuberculosis. Los países desarrollados que tienen la capacidad de realizarlas, llegaron a considerar la tuberculosis como un problema superado que ya no necesitaba de mayor investigación. Pero hoy vuelve en gloria y majestad, afectando a ricos y pobres con bacterias difíciles de tratar. En el año 1950, se produjeron 1.5 millones de muertes por tuberculosis en el mundo. En el año 1995, se sobrepasó esta cifra: 3 millones de muertes en los diferentes países. Es un hecho que no hay fronteras para los microbios, y lo que pasa en el patio de atrás, también se transmite a la casa principal.

Otra vez ha tenido que enfatizarse la investigación básica relacionada con el bacilo de la tuberculosis. Se necesitan urgentemente nuevos métodos que permitan un rápido y seguro diagnóstico, como también nuevas vacunas de mayor eficacia. Con estos objetivos ya se han iniciado programas para descifrar enteramente el genoma del ""Mycobacterium tuberculosis"". Al llegar a conocer totalmente la secuencia de bases de su DNA, será posible ubicar antígenos que lleven a la obtención de una mejor vacuna, como también puede ser posible el descubrimiento de nuevos antibióticos contra este germen. Esperamos que así sea.


Se descifra el genoma de los agentes de la tuberculosis y la malaria

Se necesita con urgencia la investigación de dos enfermedades que están produciendo estragos en la humanidad. El atraso ha significado que se ha estancado la búsqueda de vacunas apropiadas y de tratamientos eficientes. Ello no es excusable si consideramos la magnitud del problema a nivel mundial y el norme avance logrado en el conocimiento y metodología apropiada, tanto en genética como en la manipulación de genes.

En estos dos casos se necesita comenzar desde el principio, para así lograr conocer mejor la estructura íntima de estos agentes infecciosos. Se hace ya indispensable descifrar en éstos casos la estructura básica de su DNA, es decir, ""descifrar su genoma"". Ello consiste en describir la secuencia exacta de las bases de su molécula de DNA. Después de ello, se podrán conocer todas las proteínas que esta misma molécula codifica, y así se podría conocer sus procesos metabólicos. Lo primero ya se ha logrado en varias bacterias y también en una levadura.

Este estudio parece fundamental para llegar a producir métodos diagnósticos eficaces y rápidos o para fabricar vacunas apropiadas o finalmente encontrar nuevos antibióticos efectivos para estos gérmenes patógenos. Las tecnologías necesarias para secuenciar las bases del DNA se conocen, pero son costosas y se requiere tiempo. Basta señalar que se estima que el genoma del M. Tuberculosis está constituido por 4.5 millones de pares de bases. A su vez el P. Falciparum tiene 14 cromosomas que contienen su DNA, formado por 27 millones de pares de bases.

La buena noticia es que los europeos se han decidido a iniciar esta tarea. Esta así como el Wellcome Trust, la principal agencia privada de Inglaterra que ayuda a la investigación biomédica, ha decidido otorgar dos millones de dólares al Centro Sanger en Hinxton, cerca de Cambridge en Inglaterra y 100.000 dólares al Instituto Pasteur de París, con el objeto de iniciar el estudio del genoma de estos dos agentes. De allí en adelante hay un largo camino que recorrer para llegar a conocer sus proteínas y posteriormente sus funciones en la bioquímica de estos gérmenes. Sólo para entonces se podrá esperar aplicaciones médicas de estos conocimientos.


Posibilidades de una vacuna contra la tuberculosis

Recientemente, investigadores del Medical Research Council de Inglaterra, han anunciado la posibilidad de contar con una nueva vacuna contra la tuberculosis. Se trata de una vacuna que contienen DNA proveniente del Mycobacterium leprae, cuya estructura génica está muy relacionada con la del bacilo de la tuberculosis. Este DNA del bacilo de la lepra, contiene un gene para codificar una proteína denominada hsp65.

Douglas Loweri cree que este DNA pasa al interior de algunas células inmunológicas, llamadas células dendríticas. Desde allí comienza a producir la proteína hsp65, gatillando así una respuesta inmunológica contra le bacilo de la lepra. En experiencias en ratas, ellas también se hacen inmunes contra el bacilo de la tuberculosis. Lo interesante es que, en experiencias en ratas, demuestran que la administración de este gene, no sólo produce inmunidad contra la lepra, sino también contra la tuberculosis. Sin embargo, es desconcertante que la administración directa de la proteína hsp65, no produce la inmunidad contra la tuberculosis. En la actualidad los investigadores están tratando de aclarar esta peculiaridad (Nature Medicine, Julio de 1996).

Aun cuando éstos son sólo los primeros resultados, el hallazgo resulta muy interesante. Según los autores, si se llega a contar con esta vacuna, sus ventajas serían muy superiores a la vacuna tradicional de BCG, especialmente para los países subdesarrollados, donde se concentra la gran mayoría de los 22 millones de pacientes de tuberculosos y los recursos terapéuticos actuales no son muy eficaces.


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